Tras la muerte de Madero y Pino Suárez, y la presidencia provisional de Victoriano Huerta, se levanta en armas Venustiano Carranza, conforme al Plan de Guadalupe, de 23 de marzo, para restaurar el gobierno constitucional y convocar elecciones. Así, durante el lapso comprendido entre 1913 y 1917 estamos, ante un periodo intersistemas, “donde el sistema vigente está por perder su validez y carece de eficacia; y el nuevo no ha sido creado, por lo tanto, no puede predicarse de él ni siquiera legitimidad.” El primero era el de la Constitución de 1857 y el segundo el que tendría a la de 17 por cabeza del sistema. Carranza vive en medio de esa situación, pues crea nuevas instituciones, como en la ley de 6 de enero de 1915, pero también reforma la Constitución de 1857 y la invoca durante la lucha.
En 1917 la Suprema Corte de Justicia de la Nación afirma que "la época preconstitucional, como la misma denominación lo indica, estuvo fuera de la Constitución anterior, y con mayor razón, de la vigente." Añade que el gobierno Constitucionalista “únicamente expresaba al pueblo su noble anhelo de restablecer el imperio de la Constitución y las nuevas reformas que reclamaba la Revolución social, pero no era un Gobierno Constitucional nacido de elección, según la ley, sino un gobierno de facto aceptado y sostenido vigorosamente por el pueblo en armas, que luchó, en primer término por derrocar la usurpación, y que después en su patriótico esfuerzo para que México tuviera una Constitución más apropiada e interpretando las aspiraciones nacionales, por medio de varios decretos reformó esa Constitución…” La situación se regulariza al entrar en vigor la Constitución de 1917 el 5 de febrero de ese año.